20.11.12

¿A quién?

Nunca pensé que pudiera echarte tanto de menos. Ni tampoco pensé que pudiera pensar en una persona que no veo, que no está a mi lado, todos los días.
Se acerca la navidad, abuela. ¿Este año también te pido salud? Ya te has ido... aunque a lo mejor ahí arriba también necesitas salud. Va a ser raro... ¿Tampoco voy a recibir la felicitación de todos los años? Yo sí pienso llevarte la mía (con alguna flor).
¿A quién voy a servir naranja? ¿A quién voy a preguntar que si está bueno? ¿A quién voy a partirle pan y a pasarle servilletas? ¿A quién le voy a cortar turrón? ¿A quién voy a ayudar a sentarse en el sillón? ¿A quién voy a buscarle una radio para que escuche toda la noche? ¿A quién voy a decirle que te quedas dormida? ¿A quién voy a abrazar y a besar? ¿A quién?
Este año van a faltar muchas cosas, abuela. La verdad es que merece que no celebremos la navidad, pero bueno... ¿Me echas de menos allí arriba? Yo te prometo que cada día. Te quiero infinito, abuela.

23.9.12

Voy a volver a quererte.

Noches de lluvia y viento.
Noches en las que la cama es inmensamente grande.
Noches en las que nadie aparece.
Noches en las que los más simples acordes te mantienen en vela soñando con un futuro.
Noches interminablemente melancólicas.
Notas que acompañan a días como hoy.
Notas que generan arritmias cardíacas.
Notas que muy poca gente sabe crear.
Notas que te evocan irrefrenablemente a soñar.
Notas interminablemente melancólicas.

8.9.12

Cumpleaños.

Había dos maneras de celebrar tu cumpleaños:
La primera. Solías venir a casa. Venías en taxi. Cuando llegabas abajo llamabas y mamá me recordaba que bajara a por ti; bajaba las escaleras corriendo y nos encontrábamos en el primero. Nos besábamos. Te agarraba de brazo izquierdo y subíamos las escaleras muy despacio haciendo múltiples paradas. Llegábamos a casa, te ayudaba a sentarte y te llevaba un vaso de agua. Luego, te levantabas y saludabas a todos. Comíamos. Tú comías despacio, me mirabas y sonreías. Me pedías pan, servilletas, pan y me dabas las gracias, después vocalizabas un `guapa´ sin voz y yo te sonreía aún más. La tarta. Soplabas las velas y siempre pedías el mismo deseo: "salud para llegar a otro año". Te emocionabas y yo iba a darte un abrazo. Los regalos los abrías como sin importancia, en el fondo yo creo que te hacían poca ilusión, lo que más apreciabas era estar todos juntos. Te dormías la siesta y después, te llevábamos a casa.
La segunda. Cuando ya estabas más pachuchilla y no podías subir tantas escaleras íbamos a tu casa. Nada más que te veíamos te decíamos: "¡felicidades, abuela!" e íbamos desfilando mientras te regalábamos besos. Nos sentábamos en el sofá y te dábamos los regalos. Lo que más ilusión te hacía era tenernos allí y si de vez en cuando te hacíamos alguna tarjeta bonita ya era el diamante del cumpleaños. Mamá iba al chino y compraba comida, la traía a casa y comíamos todos en la camilla. La tarta. Soplabas las velas y siempre pedías el mismo deseo: "salud para llegar a otro año". Te emocionabas y yo iba a darte un abrazo.

Este año he descubierto una tercera manera de celebrar tu cumpleaños. No ha habido taxis, ni casas. Si no un lugar lleno de mármol y flores. He intentado comprarte las flores más bonitas, dándome igual el precio. Ha sido raro. Seguía a mamá sin saber dónde estabas, cuál era tu nueva casa. Me he hecho la fuerte, es tu cumpleaños y tengo que estar contenta ¿verdad? Mamá te ha limpiado la nueva casa y hemos dejado allí las 10 rosas y los claveles. Sigo pensando que el regalo ha sido demasiado poco y que ese tipo de regalos hubiera sido mejor hacértelos todos estos años de atrás. Ha sido raro. Muy raro. Y duro, muy duro.
Hoy no estás tú para soplar tus propias velas ni susurrarme `guapa´. Está tu colonia, tu espuma, tu pulsera, pero falta lo más importante, la persona que lo llevaba.
Espero que allí arriba te hayan montado una fiesta mejor que la que tenías aquí y también espero que me eches mucho de menos, abuela.
¡Feliz cumpleaños! Te quiero.

25.8.12

Adicta.

Si no invertía mi tiempo libre en mantenerme ociosa todo se tornaba negro. Pensaba en la tristeza, en diluirme, en llorar hasta quedarme sin sangre y en la cantidad de hielo que podía caber en un vaso lleno de ron. Era una adicta de la felicidad, de no tener ni un segundo en blanco en mi vida, de correr hasta alcanzar una arritmia que mi hiciera volar. El problema es que muchos de mis días estaban más vacíos que esos hielos que iban a llenar el vaso de ron.
Los dioses no existen. Sólo existe mi búsqueda obsesiva de la invisible felicidad.

4.8.12

Perfección.

Entre tus dedos se escapaban mis rizos y entre mis brazos se escapaba tu cuerpo. Las sonrisas no se escapaban, se enfrentaban y los ojos se desafiaban. Las caricias empezaban en la planta de tus pies y acababan en mis hombros mientras yo contaba con toda rigurosidad la cantidad de lunares que cada día tenía el placer de tocar y morder. La perfección nunca había entrado en esa cama en la que las sábanas se encontraban arrugadas y la almohada era un voyeur que estorbaba en cualquier movimiento. No existía aire en aquel cubo, sólo orgasmos y pasión condensada, alimento perfecto para una cita clandestina. Tus dedos tocaban mi ombligo simulando el único ritmo que las cuerdas de tu guitarra podían sentir:  abajo abajo-arriba arriba-abajo. La melodía eran nuestros cuerpos en contacto y el sonido de una noche con nubes.
Allí nadie era perfecto, ni si quiera mis ojos miel, mis pestañas inquietas y mis labios con sabor a champagne.

18.6.12

Jack of all trades.

Para mí ya era el camino de la muerte. Madrid-Salamanca y no estabas tú en el destino para verte. Ese trayecto se había convertido siempre en unas ochenta y siete lágrimas. Las sensaciones eran las mismas: no llegué a tiempo, no estabas. 
Da igual cuántas estrellas falsas brillarán en ese césped verde al son de aquella preciosa canción. No iba a poder contártelo; lo verías tú sola desde allí arriba.
Madrid, Salamanca y yo seguimos siendo una mierda sin ti, abuela.

19.5.12

Tarde.

Ya es tarde. Es tarde para decirte y hacer muchas cosas. Es tarde para abrazarte, para pasar toda la tarde contigo, para darte de desayunar (comer, merendar, cenar), para pasear contigo (dándonos igual el frío o el calor), para hacer bromas, para criticar a las demás abuelas, para reírnos a carcajadas, para escuchar tu voz, para recordar tus historias, para ver las fotos, para que me hagas la merienda, para irte a ver a casa, para llamarte por teléfono, para irte a comprar, para ver la televisión juntas, para celebrar tu cumpleaños, para regalarte cosas, para que vengas a mi cumpleaños, para que te llame cuando llegue a un lugar de vacaciones, para irte a ver cuando vengo de vacaciones, para que me preguntes por Diego, para enfadarme, para que me preguntes qué tal los estudios, para escuchar cómo querías al abuelo, para ver cómo querías a mamá, para responderte cuando preguntaras por Dani, para oír como llamabas a papá "Miguelito", para que vuelvas a decir "no amarga", para que vuelva a oír por teléfono "nieta", para ayudarte a subir la escalera, para que me preguntes por la abuela Fabi, para que me cuentes las batallitas de siempre (tu mejor amiga del colegio, la profesora y el bolso, el de los zapatos que parecían cajas de muertos...), para escuchar de tu boca lo guapa que era, para sonreír cuando estabas alegre y tarareabas alguna canción, para admirar cómo asimilabas cada vez que te ingresaban (en ese hotel de cinco estrellas, como decías), para escuchar tu tos, para ver cómo te quedaba de grande la bata de siempre, para que me preguntes si lo que traía puesto hoy era nuevo, para pintarte las uñas, para oír tus pasos arrastrando, para que me coloques-descoloques el cuarto, para que vuelvas a dormir en mi cama, para quemarte el timbre, para repetirte las cosas cuatro veces por sorda, para ver tu cara cuando hacías que me habías escuchado pero en realidad no, para hacerme la tonta mientras ibas a buscar el monedero, para verte leyendo la gaceta, para que me vuelvas a contar el momento en el que la enfermera me llevó a donde tú estabas, para que mamá me eche la bronca por no ir a verte, para que tú me digas que estabas enfadada conmigo, para buscarte entre tantos abuelos en la residencia, para gritar delante de todo el mundo que eras la abuela más bonita, para que me vuelvas a llamar "zalamera", para que me preguntes que si un móvil para ti es muy difícil, para bajarte la televisión del ochenta y nueve al doce, para buscar tus gafas entre el sofá, para que me vuelvas a intentar comprar mis cosas, para verte llorar cuando leíste lo más bonito que he escrito, para ayudarte a poner el pijama, para que me despiertes a media noche con los gritos, para ver esos ojos tan bonitos, para ver cine de barrio juntas, para admirar cada día tu sentido del humor pese a todo, para que me vuelvas a repetir cada día que cuidado con el coche, para que me vuelvas a decir que soy tu medicina, para jugar, para soñar, para que me preguntes qué papel hago en la actuación, para que vuelvas a ir a verme actuar, para que me riñas por contestar a mamá, para que me beses, para que me des nevaditos para merendar, para que me vuelvas a enseñar tus juanetes, para preguntarte si la verruga no te duele, para que me cuentes la misma historia cada día, para que me vuelvas a mandar que te mande las postales de navidad, para llevarte churros, para que no duermas sola, para comer helados en verano, para que me digas lo bonito que es mi pelo rizado, para que soples las velas, para hacernos fotos, para salir al balcón y ver los trenes, para que te enfades con mamá, para estar juntas... Es tarde para tantas cosas, abuela. Pero es tarde, sobre todo, para darte las gracias por todo, por estar ahí siempre, abrigándome, guiándome, ayudándome, besándome, abrazándome, queriéndome... Y es tarde, muy tarde, para decirte que eres la mejor, mi ejemplo a seguir y que te quiero infinito, abuela.
Te quiero infinito, abuela.

29.4.12

Tango.

Nunca piensas en que aparezca en tu vida alguien perfecto a tu medida, con las dimensiones de corazón exactas a las que siempre habías pensado. Tampoco piensas que a la vez tenga toda la energía concentrada en su sonrisa. A partir del minuto cero en el que sabes que alguien así es difícil que exista te empeñas en imaginar con él un sin fin de historias en las que los corazones son los protagonistas, se tinta todo de color rojo y la canción que pone la banda sonora al momento es un tango en el que la letra es constante: pasión, pasión, pasión. Así apareciste tú, como el tango mejor bailado que ningún argentino pudo hacerte bailar en su momento. Desde el minuto cero supe que tu corazón y tu sonrisa eran los pasos más básicos en ti. En aquel momento empecé a adorar tu tango.

9.3.12

Viernes.

Viernes. Los viernes eran tuyos. Me duchaba, comía, cogía el coche e iba a pasar la tarde contigo. Cuando llegaba siempre me tocabas el pelo y yo te decía que estaba empapado. Hablábamos, te llevaba al baño, iba a por pañuelos, paseábamos, nos acercábamos a la ventana a ver el sol (justo en ese momento deseaba que la primavera llegara para salir a pasear por el parque)... Esta tarde esta vacía. No puedo verte ni hablar contigo. Esta tarde va a ser una mierda y no vas a estar tú para alegrármela.
Te quiero.

2.2.12

Ojalá.

Ojalá pudiera llorar hasta quedarme seca.
Ojalá pudiera irme a un lugar donde sólo estuviera yo.
Ojalá todo acabe pronto.