8.9.12

Cumpleaños.

Había dos maneras de celebrar tu cumpleaños:
La primera. Solías venir a casa. Venías en taxi. Cuando llegabas abajo llamabas y mamá me recordaba que bajara a por ti; bajaba las escaleras corriendo y nos encontrábamos en el primero. Nos besábamos. Te agarraba de brazo izquierdo y subíamos las escaleras muy despacio haciendo múltiples paradas. Llegábamos a casa, te ayudaba a sentarte y te llevaba un vaso de agua. Luego, te levantabas y saludabas a todos. Comíamos. Tú comías despacio, me mirabas y sonreías. Me pedías pan, servilletas, pan y me dabas las gracias, después vocalizabas un `guapa´ sin voz y yo te sonreía aún más. La tarta. Soplabas las velas y siempre pedías el mismo deseo: "salud para llegar a otro año". Te emocionabas y yo iba a darte un abrazo. Los regalos los abrías como sin importancia, en el fondo yo creo que te hacían poca ilusión, lo que más apreciabas era estar todos juntos. Te dormías la siesta y después, te llevábamos a casa.
La segunda. Cuando ya estabas más pachuchilla y no podías subir tantas escaleras íbamos a tu casa. Nada más que te veíamos te decíamos: "¡felicidades, abuela!" e íbamos desfilando mientras te regalábamos besos. Nos sentábamos en el sofá y te dábamos los regalos. Lo que más ilusión te hacía era tenernos allí y si de vez en cuando te hacíamos alguna tarjeta bonita ya era el diamante del cumpleaños. Mamá iba al chino y compraba comida, la traía a casa y comíamos todos en la camilla. La tarta. Soplabas las velas y siempre pedías el mismo deseo: "salud para llegar a otro año". Te emocionabas y yo iba a darte un abrazo.

Este año he descubierto una tercera manera de celebrar tu cumpleaños. No ha habido taxis, ni casas. Si no un lugar lleno de mármol y flores. He intentado comprarte las flores más bonitas, dándome igual el precio. Ha sido raro. Seguía a mamá sin saber dónde estabas, cuál era tu nueva casa. Me he hecho la fuerte, es tu cumpleaños y tengo que estar contenta ¿verdad? Mamá te ha limpiado la nueva casa y hemos dejado allí las 10 rosas y los claveles. Sigo pensando que el regalo ha sido demasiado poco y que ese tipo de regalos hubiera sido mejor hacértelos todos estos años de atrás. Ha sido raro. Muy raro. Y duro, muy duro.
Hoy no estás tú para soplar tus propias velas ni susurrarme `guapa´. Está tu colonia, tu espuma, tu pulsera, pero falta lo más importante, la persona que lo llevaba.
Espero que allí arriba te hayan montado una fiesta mejor que la que tenías aquí y también espero que me eches mucho de menos, abuela.
¡Feliz cumpleaños! Te quiero.

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